lunes, 26 de junio de 2017

 

 

 

 

 

 

 

 

 


“La erupción del sosiego”: muestra colectiva

en el CEC

Las obras de Patricia Spessot, María Andrea Carrizo Carpensagno y María Sol Rodríguez reunidas en “La erupción del sosiego” abordan el plano y el espacio, forman un pasaje y diálogo en una propuesta colectiva, curada por César Núñez. La inauguración será el viernes 30 de junio a las 20, en el Centro Experimental del Color (Bv. Gálvez 1150). Entrada libre y gratuita. Apoyan Tregar y Universo. Organiza Gobierno de la Ciudad.
Generar un diálogo entre las obras de Patricia Spessot (Rosario), María Andrea Carrizo Carpensagno y María Sol Rodríguez (Santa Fe) es la propuesta de “La erupción del sosiego”, una muestra curada por César Núñez que se inaugura esta semana en el Centro Experimental del Color. El encuentro será este viernes a las 20, con entrada libre y gratuita, en el espacio ubicado en el ala oeste de la Estación Belgrano (Bv. Gálvez 1150).
Esta exposición es organizada por el Gobierno de la Ciudad, con el apoyo de Tregar y Universo, y se podrá visitar hasta el 30 de julio.
La erupción del sosiego
Las obras abordan el plano y el espacio, forman un pasaje y diálogo entre una instalación formada por estantes, fotografías, cuadernos (Spessot), una serie de libros suspendidos en el aire, otros sobre bases (Carrizo Carpensagno) y fotografías acompañadas por textos (Rodríguez).
“La erupción del sosiego –afirma el curador- es el arribo del silencio previo a la observación. Es la ansiedad que genera la pausa cercana, la adulación de un hacer cotidiano, la placidez de detener el tiempo en la palabra ignorada de un texto, o el acecho mudo de vistas sucesivas”.
Cada producción, agrega Nuñez, “interpela poética e irónicamente el espacio, quitando a los objetos su funcionalidad específica e incorporando elementos que por naturaleza son excluidos de la escena original. Aceptan la belleza de la calma serena, pero recrean el instante que antecede a la desesperación de su llegada y al olvido de su partida”.
Distinta cada vez
En relación al proceso de su obra, Patricia Spessot, afirma que “me enamoran las relaciones íntimas y secretas que se dan entre los objetos y los materiales”. El punto de partida es entonces un objeto o imagen: “hay un mundo que elijo levantar a mi alrededor, a modo de estanterías de imágenes, objetos, palabras, y cuando miro hacia ese lugar, en determinado momento algo se está moviendo, lo separo del resto, lo traigo conmigo, lo llevo todo el día, camino con él”.
“Mi obra es algo así como una gran valija de materiales”, agrega Spessot, para señalar que en su interior “se mezclan los cuadernos, maderas, lápices de colores, hojas sueltas, dibujos que me gustaría hacer, fotos, formas geométricas en proceso de construcción, semillas a punto de germinar, oraciones sueltas que a veces se ordenan, y otras quedan dando vueltas por los cuadernos, fotografías en grandes cantidades; objetos que me conmueven por sus formas, colores, naturaleza, y por la relación entre ellos”.
“Construyo instalaciones. Acumulo incesantemente los objetos que me interesan, y pienso en sus posibilidades de ser. Les sumo nuevos. Así, esta instalación es siempre diferente, aunque haya objetos en común, se re-arma según el espacio. Quiero que el objeto, la imagen, la cosita, sea distinta cada vez”, concluye.
Signos
En relación a la obra de María Andrea Carrizo Carpensagno, escribe Mariana Rodríguez Iglesias: “practica la ironía y el absurdo en acciones que buscan pasar desapercibidas para el observador distraído, pero que ni bien las notamos nos hacen reflexionar sobre la manera en que naturalizamos al lenguaje y otras convenciones”.
Y agrega: “extrae las letras de los libros para dejar únicamente los signos. Estos libros luego son mezclados. Entre los que esperan ser vendidos en una librería. Entre el vandalismo y el juego de niños, Andrea espera que estos señalamientos silenciosos saquen a su interlocutor de una aparente anestesia de lo cotidiano.
Ella "lee" sus textos silenciosos a todo tipo de oyentes. No hay adversidad que la detenga, su audiencia puede ser desde un niño hasta un conejo, desde una hamaca hasta el río Paraná. El circuito de la comunicación sucede”.
Microhistorias visuales y sonoras
Sobre las escenas retratadas en la serie visual-sonora “Caprichos de una ventana”, María Sol Rodríguez indica que “reúne pequeñas historias que suceden en una ventana. Podemos pensar entonces a esta ventana como una pantalla de cine. Con escenas nocturnas, escenas de día, escenas estáticas, otras con ritmo, escenas en donde hay personajes, otras en las que no. Son microhistorias sobre las costumbres de los habitantes de una casa, sobre sus gestos, sobre reflejos que se superponen, sobre los distintos tipos y calidades de luz que atraviesan a esa ventana y a los personajes. Todas narran una historia que comienza y termina en la ventana”.
Estas historias visuales, irán acompañadas de sonidos “un texto narrativo que se activará como plano sonoro en tanto y en cuanto un espectador lo lea y lo actualice, imprimiéndole su propia huella sonora”.

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