martes, 23 de febrero de 2016


HALAJÁ OF THE DAY
14 de Adar I, 5776
PURIM QATÁN

Ayer explicamos que el último de los 13 principios de la fe judía es la creencia en Tejiyat haMetim, la resurrección.  También dijimos que todos los días, 3 veces por día, mencionamos en nuestra Tefilá principal, la Amidá, que HaShem, exclusivamente,  es el que posee  el poder de restaurar la vida. 

Hoy y mañana vamos a tratar de explicar un poco más profundamente este importante concepto.  

En Bereshit leemos que el Creador creó la vida a través de la materia inorgánica, en el quinto día a través del agua y en el sexto día a través de la tierra.   

La creación de la vida a partir de la materia inorgánica marca una frontera que el hombre no puede cruzar. 

Me explico: en mi último libro "Dinosaurs and the Bible" (que todavía no ha sido publicado) explico que el talón de Aquiles de la teoría de la evolución, y del cual se habla muy poco en las escuelas, es la investigación científica acerca del origen de la vida, es decir, cómo justificar el surgimiento de la vida a partir de la materia inorgánica.  Si bien el tema es demasiado extenso para resumirlo en pocas palabras, lo que le lector debería saber es que la ciencia moderna no tiene una respuesta ni definitiva ni convincente para explicarlo. 

A principios del siglo XX, en el apogeo del positivismo, los científicos creyeron que muy pronto, una vez que se explicara cómo comenzó la vida en nuestro planeta, sería muy sencillo recrear la vida en un laboratorio.  Ya que si la vida surgió como consecuencia de una combinación de procesos aleatorios (casualidades) que se produjeron a través de millones de años, es obvio que en un laboratorio se podrían obviar esos millones de años y simplemente combinar todo los que hace falta para producir algo biológico muy simple, como una célula, por ejemplo. 

Nada estuvo más lejos de la realidad... No sólo que todos los experimentos  para producir la vida fracasaron (como el de Stanley Miller, por ejemplo, aunque increíblemente aún se lo sigue citando en los manuales de biología) sino que cuanto más avanzaba la ciencia en su comprensión de los elementos genéticos de la vida, como el ADN, el fenómeno de la biología se tornaba más sofisticado de lo que se pensaba antes, ergo, era mucho más difícil argumentar que la vida haya aparecido espontáneamente a través de procesos aleatorios. 

En las palabras de un eximio científico inglés, Fred Hoyle  (1915-2001):  "La vida, como la conocemos en nuestro planeta, depende de por lo menos 2000 enzimas diferentes. ¿Cómo podrían las fuerzas ciegas del agua u otros elementos lograr ensamblar todos los ingredientes químicos necesarios para combinar esas enzimas? .... La probabilidad de que la vida haya surgido de casualidad a partir de material inorgánico es de 1 sobre 10 a la 40,000 potencia (1, sobre 10 con 40.000 ceros después del 10. YB) ... un número lo suficientemente grande como para enterrar a Darwin y a toda su teoría de la evolución .... estas son las probabilidades para la aparición espontánea de una sola célula, sin la cual la evolución no puede siquiera empezar. Y ni hablar de las incluso más remotas probabilidades de que aparezcan sistemas orgánicos más avanzados, como un órgano en un animal o en un ser humano." 

Continuará BH mañana...
  
Rab Yosef Bittón
Comunidad Ohel David UShlomo
710 Shore Boulevard, Brooklyn, NY. 
 
 
 
 

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