Sentencia y muerte del amigo árbol
Venía de una semana densa, sentí como un privilegio estar en mi hogar.
Tarde apacible,sólo interrumpida por ruidos atípicos;corrí las cortinas y observo desde mi ventanal, como mutilaban el árbol que hasta hoy se sostenía en medio de las moles de cemento,compañeras del progreso, pero...que, gradualmente nos va quitando retazos de cielo.
Albergaba en su frondosa copa a la gran familia, por su diversidad, torcazitas, horneros, gorriones,migrantes golondrinas,que luego de planear en el espacio con una coreografía sin igual, creada por Ds., acompañaban con su característico gorgeo, alli aterrizaban.
Era el más bello despertar, escuchar esa simbiosis de los distintos trinos, emergiendo e impulsados por los posibles códigos, que sólo en su reino es traducido e interpretado y que, en su pureza inundaban el alma.
Allí estaba indefenso,sintiendo no ya el golpe de la troglodita hacha, sino de la moderna sierra.
Primero lo desnudaron, permitiendo visualizar su estilizada silueta que se elevaba, con sus desvalidos brazos hacia el cielo. Una gruesa soga oprimía su libertad con la complicidad de una elevada escalera,notificando su sentencia.
Fue cayendo de a pedazos hasta desaparecer.
Ya no visualizo el verdor de su follaje,sostenido por sus fuertes ramas. Está el vacío que exacerba el frío contraste tan sólo de un altísimo muro , frio y sin vida.
Me pareció bien ofrecerle como requiem, El Adagio de Albinoni, Las Cuatro Estaciones, El lago de los Cisnes, este último nada más coherente con el fragmento donde el cisne muere, como murió mi amigo el ÁRBOL.
Texto:Graciela I. AMANTE FRIAS-PUPKIN
Exhortemos a plantar árboles, en todo espacio de tierra que sea apto